viernes, 16 de septiembre de 2011

EL REGATÓN AMAZÓNICO

¿Podrías imaginar la cantidad de caseríos de unas pocas docenas a centenas de familias ribereñas, dispersos a lo largo y ancho de la Amazonía?

Para no complicarnos más, solo mencionaré dentro de la amazonía sudamericana a la amazonía peruana, y dentro de esta a la perteneciente al departamento de Loreto que tiene por capital a la ciudad de Iquitos.




Son miles los pueblitos dispersos en una superficie similar a la de la poderosa Alemania,368.851 km² vs 357.021 km ²; caseríos esparcidos a lo largo de los principales rios amazónicos, sin contar sus afluentes mil.

Ahora, ¿te imaginas la formas de comercio que se realiza en torno de esta realidad?

Bueno, te comento que en los últimos cincuenta años existen comerciantes que instalan sus tienditas en los principales pueblos donde ofrecen artículos de primera necesidad. Los dueños de estas tiendas utilizan varias formas de venta; al contado, al crédito y mediante el milenario trueque.
Así, el agricultor o pescador o cazador saca los víveres de la tienda en mención; luego cuando logra vender el producto de su actividad productiva en cuestión va y paga la deuda contraída inicialmente, sea al contado o con productos de su trabajo como plátanos o yucas o frutas de su chacra, o con pescado freco o salado extraidos de lagunas y rios, o con la carne de monte de los muchos animales que ha logrado cazar.

El abuso que se produce estriba en que el tendero vende caro y les compra barato, muchas veces los tenderos aperturan una libretita de cuentas y allí notan las deudas contraidas. Lastimosamente aún persisten estos sistemas de cuentas negativas, aquello resulta triste pues aprisiona al morador amazónico y genera un peonaje de deuda. O sea el deudor debe trabajar tan solo para pagar las deudas contraídas, que en algunas ocasiones resultan tan aterradoras como las indulgencias del medioevo donde los deudos debían pagar a la iglesia por años para lograr salvar el alma del difunto y sacarla del purgatorio; de igual manera los deudos amazónicos deben honrar la deuda del difunto hasta la cancelación total de la deuda, a veces surgen problemas pues resulta un poquito difícil que el deudor original corrobore los montos que el tendero exige.

Hasta allí casi no hay novedades con repecto a varias realidades del orbe, lo peculiar viene al preguntarnos, ¿cómo se comercia con los caseríos mas pequeñitos, aquellos alejados de los pueblitos grandes y de sus pequeñas tiendas?




Aquí viene un personaje típico amazónico, el regatón, un comerciante ambulatorio que carga su tienda a bordo, su bote es su tienda y viceversa. Los regatoneros generalmente tienes cualidades de servicialidad, yo particularmente conocí a un par buenos y concientes, el resto es una tira de abusivos.
A pesar que el regatón muchas veces ejerció y aún ejerce un pernicioso influjo pues incurría y sigue incurriendo en una cruel forma de explotación, en definitiva e indudablemente ha sido mal que bien un elemento útil en la vida de aquello nativos amázonicos que viven en los lugares mas alejados de los rios.

El regatón vá de pueblito en pueblito, se detiene así vea un par de casitas en un claro de bosque, baja y ofrece de todo, desde peines, jabones, champús, cortauñas, colonias, ollas, fósforos, sal, azúcar, telas, vestidos de mujer y de hombre, medicamentos esenciales como paracetamol para las fiebres y la quemicetina que es un potente antibiótico para las diarreas (es cloranfenicol),polos del club barcelona y hasta zapatillas Nike que el buen conocedor nota desde una milla de distancia que son burdas falsificaciones.
Al haber escasez de dinero, el regatón recibe a cambio de los productos entregados; gallinas, plátanos, yucas, cerdos, pieles, carne de monte, maderas finas como la caoba y el sangre de grado, variados productos agrícolas, pescados salados, etc, etc.

En pocas palabras el regatón satisface las necesidades existentes pero imponiendo sus propias reglas y sus propios precios sin moderación alguna, él mismo determina el precio de compra y el precio de venta; creo que ello bien puede ser el más cruel de los monopolios existentes en el planeta.
La mayoria abusa de los precios y como el morador de aquellas lejanías necesita el producto en cuestión, no le queda más alternativa que aceptar las leoninas reglas del regatón.

Ahora bien, astutamente estos se congracian con los nativos y mestizos de aquellos lugares invitándoles el maldito aguardiente,o cachaza o incluso cerveza. Algunos de estos comerciantes son tan salameros que inclusive toman en prenda a sus bellas hijas y se unen a la comunidad en círculos de compadrazgos y padrinazgos.

Cuando en mis recorridos por los rios amazónicos, siendo yo un joven médico rural; en algún momento le reclamé a más de un regatón por el abuso de sus precios, resulta que estos casi se pusieron a llorar diciéndome que el combustible es muy caro, que todo es caro, que las bujías, que las hélices del motor; poco faltó para que se pusieran a llorar y dijesen que lo hacía por mera caridad.

Para poner un ejemplo del tamaños abuso, si un poblador amazónico necesitase una linterna y cuatro pilas, elemento básico en aquellos parajes sin visos de tener luz electrica ni siquiera en el año 3000 de nuestra era; el regatón le diría que a cambio le dé dos gallinas.
Sacando cálculos, la linterna que cuesta 10 soles y las pilas a 2 soles el par, que hacen un total de 12 soles en el mercado urbano. Tenemos entonces que el regatón bien puede vender esas gallinas regionales muy cotizadas en el mercado por su deliciosa carne, a un precio mínimo de 20 soles la unidad, transacción que le dá no menos de 40 soles y 28 soles de ganancia, casi 250% de utilidades, es Abuso, ¿verdad?

El regatón es tan solo uno de los tantos actores del comercio en los ríos amazónicos, pero también tenemos al rematista que es el comerciante de los pueblos grandes y ciudades que le compra al nativo o mestizo toda la carga que este lleva a vender al mercado local; este rematista lo revende a más precio al minorista quien finalmente oferta el producto a los vendedores del mercado local, quienes finalmente van a ofertarlo a los consumidores al triple de lo que el ribereño productor recibió por sus productos.

Felizmente ya casi esta desapareciendo el sistema de la habilitación, por el cual el habilitador daba dinero a cambio de algo; el ejemplo primitivo fue el caucho a inicios del XIX, ahora se dá en la madera que el habilitado extraerá y entregará al habilitador, o el agricultor que empeña su cosecha a cambio de machetes, ollas, frazadas, mosquiteros y escopetas.

De tantas formas de comercio existentes, un regatón conciente es la mejor opción entre las otras descritas, el pequeño problema es que son escasísimos los regatones concientes, los pocos buenos que encontré era porque profesaban la fé de Cristo, esos regatones evangélicos negociaban precios moderados por temor a ir al infierno; pero lastimosamente aquellos que no le temían al infierno me resultaron tan desgraciados que inclusive podrían vender carbón al mismísimo Belcebú y sacar utilidades.

Espero te haya gustado esta simple pero interesante visión de la economía amazónica.






Un abrazo.
Arquímedes.


Posdata.

Debo admitir apenado que poco domino la ciencia del blogismo, asi que esperanzado en el boca a boca te pediría que si te gusta lo que plasmo, por favor recomienda mi blog a tan solo dos amigos o personas que más estimes, recuerda tan solo dos; seguiré escribiendo más seguido si tengo más amigos que me lean.

Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡anímate!, deja un comentario.