jueves, 1 de septiembre de 2011

IQUITOS, EL CORAZÓN DE LA AMAZONÍA PERUANA

http://www.flickr.com/photos/ultimoshaman/

Hola, a un mes de haber aperturado este blog, ya vamos entrando en confianza y puedo compartir contigo algo más personal.

Vivo temporalmente en Iquitos, una hermosa ciudad peruana enclavada en la amazonía sudamericana, soy médico anestesiólogo y trabajo un promedio de 12 horas diarias, exactamente como lo oyes, ¿por qué tanto? por una serie de motivos que no viene al caso explayarlos pero que podemos imaginarnos.




Diariamente acudo a un moderno centro quirúrgico donde administro anestesias y donde a diario me enfrentro con el terrible rostro de la parca.

Resulta un tanto tedioso realizar tanto trabajo en un ambiente cerrado y tanto claustrofóbico, donde se está rodeado de tanta gente que maneja su estrés de una y mil maneras no todas adecuadas. Aún más, me es incomprensible que tras muchos años de estudios universitarios y entrenamiento profesional del más alto nivel, tenga que enfrentarme a sentimientos encontrados cada fin de mes al ver mis boletas de pago.


Me olvido de esas paradójas económicas que afectan a los países que aun no han desarrollado su potencial y donde la vida literalmente "no vale nada", para denunciar que a una vida humana no se le dá el valor intrínseco que ella por sí misma posee.

Yo he vivido por los rios, yo he sido médico rural amazónico, a mucha honra y orgullo; yo sé que es desplazarse desde un lejano caserío rural para llegar a un Centro de Salud y de alli ser enviado otra vez a la ciudad de Iquitos donde se ubican los únicos hospitales con capacidad quirúrgica dentro de un área forestal que posee nada menos que la superficie territorial de toda Alemania.

Ya me canso de denunciar este hecho, que pese a ser Iquitos una ciudad de 400,000 habitantes tan solo posee 8 anestesiólogos, y por tanto en ninguno de los hospitales de la ciudad existe un anestesiólogo de guardia.

A mi se me rompe el alma saber que después que miles de humildes ribereños amazónicos han realizado un descolumnal esfuerzo para llegar a como de lugar ( por canoa, por bote, por deslizador, por avioneta, etc. ) a un hospital de Iquitos; recién al verlos llegar, semimoribundos, es que los jefes de guardia envian una ambulancia a las casas de los anestesiólogos, un ida y vuelta que en el peor de los casos demora UNA HORA, Y UNA HORA ES UNA HORA.

La literatura médica mundial menciona LA HORA DE ORO, el tiempo máximo donde se deben implementar todas las medidas destinadas a salvar la vida de un paciente crítico como una gestante con complicaciones o un herido de bala o arma blanca, o un herido por accidentes de diversa índole; mi Dios!, esa hora vital se gasta aquí en Iquitos tan solo para traer al anestesiólogo de RETÉN desde su domicilio.

Entonces ni exagero ni estoy equivocado cuando digo que la vida aqui en este bello lugar, lastimosamente no vale nada; una rigurosa verdad, por dolorosa que sea.

Desde este sencillo blog me irrogo el derecho de expresar lo que siento y lo que siento en estos instantes es una expresión de mi realidad.

Bueno, perdóname mi amigo, no fue mi intención exaltarme ante algunas injusticias ni mucho menos cansarte con mis cuitas laborales y sociales, sino que deseo compartir contigo la maravilla de estos verdores.

Quería decirte que irónicamente existe un milagro detrás de esta barbarie, quiero contarte que a tan solo 200 metros de mi centro quirúrgico pasa un brazo del rio Amazonas, que lento y cansino avanza hacia su desembocadura en el océano Atlántico.

Es maravilloso pensar que después de mucho trabajo y tras la desidia existencial que te he mencionado; yo pueda salir de mi hospital y a apenas unos metros de donde dejo mis anestésicos y laringoscópios, pueda ingresar a una rústica cabaña de madera techada con hojas de palma para tomarme una cerveza bien helada que alivie unos agradables 30 grados centígrados.

Desde los muchos bares cercanos se tiene una maravillosa vista, desde cualquiera de ellos puedo apreciar al rio Nanay un afluente del mayor rio del planeta que pasa a apenas unos kilómetros de alli; resulta un espectáculo surrealista apreciar el fondo de la verde jungla tupida y al levantar los ojos ver un celestísimo cielo moteado de blancos cirros que simulan pelajes de borregos.

Asi, ante el esplendor de dona Natura, se reestructuran pensamientos y revalorizan prioridades; basta saber que es maravilloso el simple hecho que exista un cielo y un infierno, el bien y el mal, la vida y la muerte.

Y que es una bendición tener que lidiar con ello a cada instante.

Te envío unas fotos de mi centro quirúrgico y de un barcito frente a mi hospital, las cervezas aun estaban heladas cuando accioné mi cámara digital, asi desde el ciber espacio te digo !Salud!

Un abrazo.

Tu amigo.

Arquímedes.

Puedes ver de lo que hablo en:
http://www.flickr.com/photos/ultimoshaman/