lunes, 12 de septiembre de 2011

El boom del caucho

Esta es la casa de fierro enclavada en la plaza de armas de la ciudad de Iquitos-Perú.






Producido el descubrimiento de la vulcanización, se produjo un aumento exponecial del caucho.
Debo decir que la vulcanización es un proceso mediante el cual se calienta el caucho crudo en presencia de azufre, produciendo un producto resistente y maleable. Se dice que fue descubierto por Charles Goodyear en 1839 por accidente, al volcar un recipiente de azufre y caucho sobre una estufa, la mezcla se endureció y se volvió impermeable, a la que el inventor llamó vulcanización en honor al dios Vulcano.

Sin embargo, lo que Goodyear ignoraba era que desde hacia siglos los nativos amazónicos la usaron, aún mucho antes de la llegada de los españoles conquistadores. Asi mismo, muchos estudios demuestran que un proceso similar a la vulcanización, pero basado en el uso de materiales orgánicos (savias y otros extractos de plantas) fue utilizado ya por la Cultura Olmeca, unos 3.500 años antes para hacer pelotas de hule destinadas a un juego ritual.

Esta demanda de caucho a fines del siglo XIX, causó una conmoción económica y social en la amazonía y se armó un enorme mecanismo extractivo y comercial que produjo riqueza para pocos y sufrimiento y exclavitud para muchos.

A partir del año 1880 a la amazonía llegan migrantes de la selva alta peruana (básicamente desde San Martín) y multitudes de extranjeros, todos ávidos de riqueza.

La historia es harto conocida y por allí no va la cosa.
Mi reflexión vá relacionada al terrible y triste despilfarro que tal boom ocasionó.
Los grandes caucheros juntaron ingentes cantidades de dinero exclavizando y explotando a los nativos amazónicos, a quienes distribuian escopetas, cartuchos, machete, ropa y el maldito aguardiebnte a cambio de la savia elástica que salía de los cortes realizados a la corteza del árbol del caucho.

Para asegurar las cargas de caucho pedidas por sus socios europeos y norteamericanos, los patrones debían organizaban cacerias de los nativos ribereños para obligarlos a trabajar para ellos.
Ya se conoce las atrocidades que se cometieron en el rio Putumayo, donde los caucheros asesinaron a más de 30,000 nativos, todo aquel que se resistian era desaparecido.

¿Tantas muertes para que?
¿Que ha quedado de todo ese boom cauchero?

Casi nada.

Los caucheros vivieron una fiebre de lujos, derroches y atropellos.
Jamás invirtieron en la educación o en mejorar la producción del caucho silvestre, pensaron que por ser el caucho originario de América, especificamente de la Amazonía, les iba a ser eterno.

Error.

No contaban con la clásica astucia y sutileza de los ingleses que a fines del siglo XIX, subrepticiamente sacaron miles de semillas de plantas de caucho para sembrarlas en sus colonias de Malasia y Ceilán.

Así, en pocos años el boom agonizaba, tanto que ni las dos guerras mundiales que demandaron extrema necesidad del caucho lograron el retorno del apogeo inicial.

Del derroche opulento queda como una penosa lección, la ópera de Manaus donde cantó el mismísimo Caruso y la casa de fierro en Iquitos.
Aquí se suele decir que la construyó el ingeniero Gustavo Eiffiel, suena bonito pero lastimosamente no es así, pero lo que si es verdad es que los cimientos de la casa de fierro tuvieron que atravezar el océano Atlántico y remontar el rio Amazonas, tan solo para demostrar opulencia.
¿Se imaginan traer toda un casa de metal para armarlo en pleno corazón de la AmazonÍa, habiendo miles de kilÓmetros cuadrados de maderas finas como la caoba o el palo sangre?

La casa de fierro que veo todos los fines de semana, al llevar al cine a mi nena, me recuerda que su construción fue una ilusión, el inicio de una opulencia de apenas unos años.

Una ilusión que el valiente pueblo amazónico tuvo que volver a soportar los años siguentes con los efímeros booms de las pieles exóticas, del oro, del petróleo, etc.

Todos los booms han terminado en nada, más por fe, se sigue esperando otro nuevo boom.

Ahora se confía en el boom del turismo, que bien desarrollado podría ser el boom que por más de un siglo la gente amazónica sigue esperando.
Ojalá se dé, por el bien de la gente buena de la amazonía.

Un abrazo.
Arquímedes.